¿Un aplauso para el domador?: Vanoli ya festeja la paz cambiaria pero el dólar puede dar un zarpazo
Mientras entretiene a la «tribuna» con golpes espectaculares en la city, el Gobierno aplica recetas clásicas para pasar un fin de año en calma. Sin embargo, los analistas advierten que las iniciativas sólo darán resultado en el corto plazo, en la medida en que no haya crédito externo
Los dedos en «V», la sonrisa pícara, el cuello desprendido y sin corbata: el ministroAxel Kicillof sintetizó, en la foto del G20 que lo reunió con Barack Obama y los principales líderes mundiales, la imagen que el kirchnerismo quiere transmitirsobre sí mismo.
En el campo económico, este espíritu «transgresor» se refleja en la adopción de medidas no tradicionales -«heterodoxas», le dicen algunos analistas- para lograr el objetivo de pasar el verano sin presiones devaluatorias y, al mismo tiempo, mantener bajo control al mercado del blue.
Días después, su coequiper, Alejandro Vanoli, abanderado de la «mano dura» contra elsistema financiero, dejó en claro cuál es la misión que se propuso desde que asumiera la presidencia del Banco Central.
«En un país como la Argentina, la tranquilidady la certidumbre están asociadas con laestabilidad cambiaria. Todos nosotros hemos vivido distintas etapas en la historia de nuestro país, donde la inestabilidad cambiaria se propaga al conjunto de la economía y produce episodios de inflación, hiperinflación, recesión y crisis», afirmó en las Jornadas de Economía organizadas por el BCRA.
Y reivindicó que esa calma se había conquistado sobre la base de una nueva estrategia, cuyos ejes son «administrar la política cambiaria, tomar decisiones regulatorias y mejorar lasupervisión del Estado».
En consecuencia, ya con una brecha entre oficial y blue en torno del 50% (después de haber tocado casi el 100% semanas atrás), el Gobierno festeja a pleno su victoria sobre elmercado paralelo.
Sin embargo, detrás de los gestos irreverentes y desafiantes, muchos adivinan el regreso de la más clásica ortodoxia, que incluye una suba en las tasas de interés, pedir dinero prestadoy «cerrar la canilla» de pesos para enfriar la inflación y el dólar.
Reciclando viejas recetas
«Encuentro genial tapar la actual ortodoxia monetaria con el despliegue mediático de controles. Realmente creativo en lo comunicacional», apunta el economista Federico Sturzenegger, uno de los asesores de Mauricio Macri.
Su comentario parece dar en el clavo: algo opacadas por el ruido que generan los avances policíacos en la city porteña, se han desplegado una serie de medidas que, lejos de ser rebeldes o innovadoras, hacen recordar a otros momentos de la historia económica.
Entre esas iniciativas, se destacan:
1. Festival de bonos atados al dólar
Salir a ofrecer bonos ajustables por tipo de cambio oficial -dólar linked, en la jerga financiera- le ha permitido al Gobierno un ingreso de uno $13.500 millones. Es decir, el equivalente a u$s1.590 millones.
Así, con plata que el mercado le presta y que pagará el próximo Gobierno, se logra quitar presión sobre el Banco Central, ya que tiene que emitir menos dinero para financiar el déficit fiscal.
Además, ha logrado que los exportadores de soja adelantaran parte de la cosecha prevista para el año próximo, también a cambio de un título que les paga lo que sube el dólar oficial más un plus.
Sólo por esta vía, es decir la de darles un bono que los proteja de una devaluación o, dicho de otro modo, brindarles un seguro de cambio, está pudiendo conseguir los tan ansiados billetes verdes para reforzar las reservas.
El instrumento es, en definitiva, uno no muy distinto al utilizado a comienzos de los años ’80para proteger a grupos endeudados en divisas, tras la ocurrencia de una devaluación.
2. Ingresos vía «licitaciones» a privados
Hay otras medidas más propias de los ’90, como el intento de apuntalar las reservas por la vía de las privatizaciones.
El reciente llamado a licitación del espectro telefónico 4G le permitió al Gobierno captaru$s2.200 millones. Si bien hay festejo por el ingreso de dólares, esta movida no está exenta de polémicas.
Es que, curiosamente dos días antes de ese llamado a licitación, se había anunciado unproyecto de ley que favorece a las telefónicas, ya que podrán tener canales de TV e ingresar al negocio del cable usando las redes de terceros.
Las suspicacias respecto de que este cambio en el marco legal era el «precio» para que lastelcos ingresaran sus dólares generaron un alto revuelo político, incluso dentro del propio kirchnerismo, donde varios legisladores no ocultaron su malestar.
3. Pedido de ayuda a países «amigos»
A falta del Fondo Monetario Internacional, el pedido de ayuda a los amigos también jugó un rol importante para que los números del Banco Central pudieran mostrar una mejora.
Así, el swap de monedas con China logró anotar u$s1.400 millones adicionales en las reservas, mientras que una línea de crédito con el Banco de Francia permitió sumar u$s700 millones.
Son medidas que posibilitan mostrarles mejores números a un mercado nervioso, si bien no logra despejar del todo la inquietud.
En este sentido, varios analistas cuestionan que los resultados de estos acuerdos con otras naciones puedan ser considerados como un incremental en las reservas, dado que esos fondos no estarían disponibles en una situación de emergencia.
4. «Papelitos» en vez de efectivo
Se habla sobre nuevas medidas en carpeta con estilo «ochentoso», como un cambio en lapolítica de encajes del sistema financiero.
Se trataría de un permiso para que los bancos, en lugar de tener que dejar efectivo en el BCRA, puedan ofrecerles títulos emitidos por el Gobierno.
De este modo, el dinero de los ahorristas -que se guarda como garantía de liquidez del sistema bancario- podría ser volcado al mercado.
¿Qué se logra? Se le evita al Banco Central parte del «trabajo sucio» de tener que emitir dinero sin respaldo.
Con los argumentos del enemigo
En definitiva, la actual fórmula K para lograr la ansiada «pax cambiaria» consta, ni más ni menos, de lograr dos objetivos clásicos:
1. Que haya menos pesos en el mercado.
2. Que haya más dólares en el Banco Central.
Para dichos objetivos se recurre al endeudamiento. En rigor de verdad, no parece uncriterio muy nuevo ni muy transgresor.
Más aun. Esta «receta» se usó muchas veces a lo largo de la historia reciente y, además, ha sido frecuentemente asociada a una política que enfría deliberadamente la economíacomo forma de atenuar la inflación.
¿Habrá tomado nota Kicillof de las críticas que deslizó Paul Krugman, uno de los economistas Nobel preferidos de Cristina Kirchner, quien insinuó que ya es tiempo de tomar la vieja medicina «ortodoxa»?
«Argentina se mantuvo heterodoxa demasiado tiempo, y ahora está experimentando problemas clásicos, con déficit presupuestario que está monetizando porque carece de acceso a los mercados de capitales, lo que lleva a una inflación persistente y a problemas de balanza de pagos», fue el lapidario diagnóstico que hizo el más «progre» de los gurúes internacionales.
Además, da la sensación de que Kicillof y Vanoli, finalmente, están haciendo la misma cuenta que hacen los economistas de la vereda opuesta.
Es decir, esa que, como si estuviera vigente la convertibilidad de los ‘90, sigue exigiendoque por cada peso que circula haya un respaldo de dólares en el Central.
¿Una paz de corta duración?
Lo cierto es que el Gobierno tiene un motivo mayor de preocupación que el de ser acusado de aplicar las viejas recetas recesivas: el riesgo de que, aun así, las medidas tomadas no sean suficientes y, finalmente, sea inevitable una devaluación.
Esa es, al menos, la advertencia que hacen varios analistas, que se manifiestan convencidos de que la actual «pax cambiaria» es apenas temporaria.
«Kicillof no debiera confiarse. Más allá de esta tregua, al Gobierno le queda mucho trabajo todavía para evitar una crisis cambiaria en 2015″, observa el consultor Federico Muñoz.
Este analista forma parte del grupo de los que cree que el gran talón de Aquiles del plan oficial es el rojo fiscal y la dificultad para garantizar el acceso a dólares del mercado internacional.
«Las perspectivas para la ecuación de oferta y demanda de divisas para el año entrante siguen siendo extremadamente preocupantes», afirma Muñoz, quien destaca la caída de u$s15.000 millones por exportaciones en lo que va del año.
«Las proyecciones para 2015 apuntan a una agudización de este problema. Las exportaciones agrícolas amenazan caer en no menos de u$s8.000 millones, producto de la combinación de menores precios, menor cosecha y retención de granos», agrega.
En tanto, Diego Giacomini, economista jefe de Economía & Regiones, señala que sólo puede considerarse «genuina» una baja del blue que sea consecuencia de un «cierre del grifo», algo que no cree que se confirme.
«Vanoli dejó entrever que no tiene intenciones de contraer la emisión y que seguirá supeditando el manejo a las necesidades fiscales del sector público, con lo cual no habría que esperar que el tipo de cambio de cobertura disminuya en el futuro», afirmó.
Según su cálculo, resta emitir, sobre fin de año no menos de $60.000 millones.
En la misma línea, Gabriel Caamaño Gómez, de la consultora Ledesma, califica como «pax cambiaria a la fuerza» a la actual política, a la que también le ve escasas probabilidades de sostenibilidad en el mediano plazo sin crédito externo o sin un achicamiento del déficit.
«La porción aún activa de la demanda informal tomó nota del subsidio a la compra de bluey comenzó nuevamente a presionar», describe Caamaño, para quien los propios ahorristas ayudan al Gobierno al revender esos billetes verdes en el mercado informal.
Sin embargo, cree que el propio «éxito» de esa política encierra su futura inoperancia, dado que al caer el paralelo se torna menos atractiva esa actividad de arbitraje casero.
En consecuencia, se pregunta si mediante su política de forzar el control del dólar, el Gobierno está «fabricando futuras tormentas».
El verdadero desafío
Jorge Vasconcelos, economista de la Fundación Mediterránea, advierte que la nueva «ortodoxia» consistente en retirar pesos del mercado a cambio de emitir bonos tampoco resultará inocua.
«El aumento del endeudamiento por vía de ese tipo de instrumentos puede aplacar algunas de las tensiones más inmediatas, pero tiene costos directos por la cláusula de ajuste y por el acortamiento de los plazos de vencimiento», afirma.
La palabra final, como siempre, la tendrá el mercado. Y de momento parece que, al menos en diciembre, el dólar no le dará dolores de cabeza al Ejecutivo.
Gracias a su política de despliegue policial en la city para las cámaras de TV, al tiempo que disimuladamente recurre a las recetas clásicas, Kicillof y Vanoli han logrado su victoria de corto plazo.
Es lo que le permitió al titular del Central pronunciar la frase pensada para título de los medios de comunicación oficialistas: «Si alguien creyó que podía desestabilizar, quedó claro que no lo va a lograr».
Pero claro, el verdadero desafío no es asustar a los bancos, sino convencer a los pequeños ahorristas, esos que ya escucharon demasiadas veces que el que apuesta al dólar pierde.
Fuente: LA NACIÓN