La depresión global de los precios y la agenda externa de la región
No sólo la Argentina, toda América latina deberá esforsarse y mucho por diversificar su comercio porque de lo contrario quedará presa de una demanda mundial que atraviesa una depresión siumilar a la de la crisis internacional de 2008. De heche, 22 de 24 economías latinoamericanas experimentaron en 2015 caídas en el valor de sus exportaciones que promediaron el 14% por la tenaza del repliegue chino y la apreciación del dólar.
«No se vislumbran (para 2016) indicios de una reversión de la fase bajista de las cotizaciones de las materias primas, que se acercan a los mínimos del incío del auge exportador de 2000», destaca un último informe del Banco interamericano de Desarrollo (BID).
La caída de los embarques regionales, a todos los destinos, estuvo fuertemente determinada por una abrupta baja en los precios internacionales, que confirman una tendencia bajista desde 2001 que se profundizó hacia fines de 2014. Así la soja, el azúcar y el café, por ejemplo, acusan cotizaciones similares a las registradas en la crisis de 2008, ubicandose «casi 50% por debajo de los máximos históricos». En 2015 el valor internacional pagado por la soja cayo 25,5%.
En peor situación se ubicaron las commodities del complejo energético e industrial, con caídas del 48% en el caso del petróleo, 43,5% el el del mineral de hierro y 18% en el del cobre.
Estos datos no hacen más que confirmar que una dependencia excesiva del poder de la demanda asociada a la venta de materias primas genera desequilibrios macroeconómicos de lenta resolución.
En efecto, China importó mas, pero no logró compensar con ese mayor volumen la caída de los precios: compró más soja (y fue el único mercado en el que las exportaciones argentinas crecieron un 13% mientras cayeron un 24% en Brasil, 18% en Estados Unidos y 15% en la unión Europea). En términos de valores, el total de las exportaciones latinoamericanas cayeron un 14% a China.
Son estás las razones que explican la proliferación de mesas de negociación birregionales para mejorar las condiciones de acceso a los mercados. Pero no para las materias primas, que son bien medidas y cuentan con cotizaciones internacionales, sino para los productos manufacturados.
Los acuerdos de libre comercio, complementados con agendas innovadoras de promoción comercial, rondas de inversores, compradores, y negocios en el exterior, son la garantía que tienen las pymes para disminuir la mayúscula dependencia que las economías de la región tienen de su canasta primaria. Ni la Argentina ni el Mercosur pueden darse un lujo de seguir esperando cambios de tendencia. No se ven el radar aún.
Fuente LA NACIÓN