La necesidad de una cultura marítima y portuaria

Así como en la peste Albert Camus termina dando  vuelta una ciudad que vivía de espaldas al mar, la Argentina necesita dar vuelta varios aspecto en cuanto a si concepción comercial marítima.

Durante la década de los 80, la aparición de nuevas terminales privadas en Rosario-San Lorenzo formaron un hub extremadamente eficiente en la hidrovía Paraná-Paraguay, entre el movimiento de barcazas y el de los buques de ultramar. Esa modernización en su momento fue interpretada como una optimización operativa, una disminución de demoras y una abaratamiento de costos. Sin embargo, la modernización fue mucho más que eso: significo un cambio cultural en lo portuario y en las operaciones navieras. En cierto sentido, hubo una influencia externa a la Argentina que generó esos cambios.

Los puertos estatales existentes deberían actualizarse en consonancia con la cultura de sus vecinos operados por privados, que va de acuerdo con la eficiencia requerida por el mercado internacional. Además es necesario encarar la construcción de puertos estatales, nuevos y competitivos.

Durante el ultimo medio siglo, las políticas  implementadas han navegado como lo hicieron siempre, a impulsos y en direcciones variables. Si bien las operativas navieras y portuarias sin actividades que necesitan tener flexibilidad para adaptarse a la dinámica del mercado, es necesario que la Argentina desarrolle esas capacidades basándose en estrategias marítimas de largo plazo. Políticas que necesariamente deben trascender a los cambios de gobierno. Eso va de mano de la cultura marítima de un pueblo, cultura que está ausente en la Argentina y que, tarde o temprano, tendremos que decidirnos a desarrollarla para que los temas marítimos y portuarios no sigan siendo una especialización de un grupo reducido de ciudadanos o un manejo de elite.

Si no están basadas en la cultura marítima, las nuevas leyes pueden caer en el error de dividir en vez de integrar. Pueden ser tan sólo una herramienta para beneficio de unos pocos, que ahuyenta los inversores. Es necesaria una legislación marítima moderna y lo suficientemente abarcativa como para derogar la habitual escapatoria a través de recursos judiciales contrapuestos que conviven sin perder vigencia. La posibilidad de obtener el sí en una mitad de la biblioteca y el no en la otra mitad puede ser útil, pero para muy pocos. El blanco y el negro coexistiendo no siempre resultan atractivos para el negocio naviero coexistiendo no siempre resultan atractivos para el negocio naviero internacional, es así que los operadores portuarios terminan yéndose hacia otra riberas.

Países como Holanda actualizan su reglamentación marítima anualmente, son muy dinámicos en ese aspecto, hacen los ajustes necesarios, pero sin dar grande cambios de rumbo y ello se debe a que tienen una cultura marítima seria y arraigada en una fuerte tradición marinera.

Es muy importante que la Argentina invierta, de una vez por todas, en desarrollar una cultura nacional marítima y portuaria capaz de trascender las leyes y los cambios de gobierno.

Fuente: LA NACIÓN

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