¿Un simple ajuste o el comienzo del derrumbe?
El profesor de la reconocida escuela de negocios suiza IMD analiza la actual situación de China, su proyección y efectos en la enconomía mundial; los desafíos del gigante asiático: un sector estatal ineficiente y con altos niveles de corrupción, un sector corporativo sobreprotegido y deficiente infraestructura
En el verano los mercados financieros tienden a ser aburridos. Un decrecimiento de la actividad en las bolsas, unido a menudo a la falta de eventos macro económicos resulta en escasa volatilidad y pocas sorpresas. En los últimos 30 años el cambio promedio en el indise FTSE 100-la Bolsa de Londres- en los meses de junio, julio y agosto (los del verano boreal) ha sido del 1,08% mientras que el Dow Jones se mantenido virtualmente sin cambios.
Las excepciones a esta regla han sido por supuesto 2008 y 2015. Este año, el FTSE cayó 15% comparado con hace tres meses, el Dow Jones ha caído el 12%, el Euro Stoxx bajó 5% t el Nikkel cayó 8,3%.
Pero no son problemas domésticos los que están causando el tumulto en estas regiones, todo se origina en China. Al 24 de agosto el índice Compuesto de Shanghai ha bajado 32% en los últimos tres meses y un impresionante 40% de su pico del 12 de junio (mientras esto se escribe, el índice ha caído un 7,63% adicional).
¿Correción del mercado?
Quienes creen que los que estamos viendo es una correción del mercado, con los precios aproximandose a sus valores fundamentales, refiere a una situación similar en 1998. Ese año, noticias provenientes de Asia provocaron bajas de precios en todo el mundo, pero un mes más tarde ya se estaban viendo niveles de precios similares.
Por lo tanto-se sostiene-veremos algo similar en China una vez que los inversores adviertan que los precios que pagaban no se correspondían con el verdadero potencial del sector corporativo y la economía China en general.
Soy menos optimista y desde hace mucho sostengo que China es ahora un factor de riesgo importante para la economía mundial.
El actual derrumbe del mercado es quizás el comienzo de un largo período de transición hacia la transformación de China en un país «normal». Estoy usando el término que Andrei Shleifer (Harvard) y Daniel Treisman (UCLA) usaron en 2005 en referencia a Rusia en el cambio de siglo. Luego del consumismo y la crisis de 1998, Rusia se convirtió en un país de ingreso medio normal, similar a Portugal y México.
Hoy China es la segunda mayor economía del mundo, pero es la 22 de 61 economías en el ranking 2015 de Competitividad Mundial del Internacional Institute for Management Development (la escuela de negocios suiza IMD)-dicho sea de paso, Rusia es 45. Es por tanto un país «normal», aunque sea un país normal inmenso.
Y la economía china tardará de todos modos un largo tiempo en enfrentar sus desafíos fundamentales: un sector estatal ineficiente, que es opaco y con altos niveles de corrupción; un sector corporativo que no tiene normativa adecuada y sobreprotegido por el sector público y muy mala infraestructura y sistemas de educación y salud que limitan la calidad de vida. Los mercados finalmente nos dicen que se acabó la fiesta.
China, como riesgo para la economía mundial, es el resultado de una combinación de factores.
Primero, China es una economía muy grande, mucho más grande que la de Rusia en 1998 y Grecia en 2015. Es es el mayor inversor extranjero en Estados Unidos y además tenedor significativo de deuda pública norteamericana. China es el mayor exportador del mundo y está cerca de convertirse en el mayor importador. Finalmente, cuatro de los cinco mayores bancos del mundo medidos por sus activos son chinos y sus balances combinados suman US$11 billones. Eso es alrededor de 100% del PBI del país.
¿Es hora de preocuparse?
No debemos dar por descontada una caída del 40 por ciento del mercado en China como una mera corrección. En términos de capitalización de mercado representa pérdidas de riqueza por valor US$ 2 billones para firmas chinas e inversiones internacionales. Esto es el equivalente del PBI de Brasil. Creo que estos son motivos para estar extremadamente preocupados. Pero si no basta, permítanme agregar dos puntos finales:
No podemos ignorar el importante efecto de estructura de capital de la corrida de venta de acciones china sobre el sector corporativo. El McKinsey Institute informó en febrero de 2015 que la razón de la deuda corporativa respecto al PBI en China es un apabullante 282%. Me preocupa mucho más eso que el hecho de que la deuda estatal griega represente el 175% de su PBI. Por tanto, agregado al efecto directo de la crisis sobre la riqueza y el sentimiento negativo que crea, tenemos que estar preocupados por la probabilidad de defaults corporativos y subsiguientemente quiebras de bancos en China en los meses venideros.
Los mercados son una creación humana asombrosa, pero creemos en ellos o no. China ha mostrado al mundo que el mecanismo del mercado explota si se trata de controlarlo demasiado. En los últimos meses hemos visto intentos infructuosos de los entes reguladores chinos por evitar un derrumbe de la bolsa. Primero se prohibió vender anticipadamente. Luego la prohibición de vender para los inversores institucionales. Recientemente también hubo un cambio de normativa, permitiendo a fondos de jubilación invertir mayores cantidades en los mercados de valores.
Los mercados financieros tienen que ser regulados para asegurarse de que la información sea verídica y transparente. Pero cuando el ente regulador intenta manipular los mercados las consecuencias pueden ser dramáticas. Ahora vemos como esto se desarrolla en China y el resto del mudo.
Fuente: LA NACIÓN